Su Visión de la Vida y I su Misión
LA EUCARISTÍA Y SAN PEDRO JULIÁN EYMARD
Con el reciente derrumbe económico que ha ocurrido
prácticamente en todo el mundo, son muchas las personas
que están muy preocupadas y nerviosas sobra la “riqueza”, ej.,
la riqueza, grande o pequeña, que tienen en este momento o
que han esperado obtener. Hace un par de años, nuestro Sumo
Pontífice, el Papa Benedicto XVI, habló sobre “la riqueza”. Sin
embargo, en aquella ocasión no se refería a la crisis económica,
sino a una preocupación acerca de la riqueza material; la ocasión, por otra parte, fue la recopilación de un increíble resumen
de la XI Asamblea Ordinaria General de la Conferencia de
Obispos que consideraban en profundidad el Sacramento de la
Eucaristía. En su hermoso resumen, la exhortación apostólica titulada Sacramentum Caritatis (Sacramento de Caridad), el
Papa Benedicto expone: “La sagrada Eucaristía, en efecto,
contiene todo el bien espiritual de la Iglesia”. Seguramente lo
hemos leído ó escuchado en algún lado hace un par de años,
pero realmente no considerábamos el peso de esas palabras: “La
sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual
de la Iglesia”. Quisiera profundizar en esa “bien espiritual”
que nosotros los Cristianos Católicos poseemos en la sagrada
Eucaristía. Además, quisiera también explorar la reserva de “riqueza espiritual” de la Iglesia Católica, en especial, la vida, ejemplos y vivencia de los Santos de la Iglesia. El 2 de Agosto de cada año los Padres y Hermanos Sacramentinos celebran la fiesta de su fundador, San Pedro Julián Eymard – un santo al cual le han otorgado el título de “Apóstol de la Eucaristía”. Un
titulo que considero justamente concedido, ya que si tenemos
alguna relación con el santo, el decir su nombre o pensar en
él es traer a la mente la Eucaristía, a la que tan íntimamente
relacionada esta su persona con el sacramento. En estas páginas quisiera ofrecer algunas reflexiones de la Eucaristía y como
el sacramento contiene la vida de San Pedro Julián Eymard;
cómo influyó y encontró sentido en las diferentes fases de su
vida, el compromiso y su fervor sacerdotal, al igual que las
valiosas enseñanzas que nos transmitió. Considero que sería
bueno comenzar haciendo una breve perspectiva de su vida y
su misión.
Pedro Julián Eymard nació el 4 de Febrero de 1811, en el
pueblo de La Mure d’Isere en la diócesis de Grenoble, situado
en los Alpes Franceses. Después de tener que lidiar contra
la resistencia de su padre para poder desarrollar su vocación
sacerdotal, finalmente ingresó en el seminario diocesano de Grenoble y en 1834 fue ordenado sacerdote. Después de unos no
años como sacerdote diocesano, se sintió atraído por la vida
religiosa y entro a formar parte de una Congregación recién
formada, llamada Sociedad de María, de los Padres Maristas,
en Lyon. En un periodo de tiempo sorprendentemente breve
– y considero que es un testimonio a su capacidad intelectual y
espiritual – se le encomendaron importantes responsabilidades en esa Congregación. Sin embargo, había algo que continuamente se removía en su corazón y su alma; experimentó una creciente atracción por Jesús Sacramentado y un deseo de hacer algo excepcional por ese sacramento central en la vida de la Iglesia.
En Enero de 1851, cuando oraba en el Santuario Mariano de
Fourvière, en Lyon, esa poderosa atracción alcanzó un punto
importante. Durante su oración, se sintió “profundamente
conmovido” (tal y como él expresa) por la verdadera falta
de comprensión y aprecio por el Sacramento de la Eucaristía
en la vida Cristiana. Dicha falta se manifestaba en actitudes
de indiferencia hacia el Sacramento, y aún peor, en actos de
sacrilegio. Como resultado de esta experiencia espiritual
en Fourvière, decidió formar una Tercera Orden de hombres
dedicados a la adoración reparadora del Santísimo Sacramento.
Pero, ésta idea inicial gradualmente cambió de dirección
en los años siguientes convirtiéndose, finalmente, en un
objetivo definitivo: Se funda, no una Tercera Orden, sino una
Congregación religiosa dedicada a la alabanza y apostolado de
la Eucaristía.
Cuando todo parece más claro a Pedro Julián Eymard, es decir,
que la Congregación que tenía en mente tenía que ser una
entidad distinta de los Padres Maristas, pidió una dispensa de sus votos como religioso Marista. Una vez obtenida, se fue a
Paris y el 13 de Mayo de 1856, y fundó la Congregación de
los Religiosos Sacramentinos. La Congregación constaba de
unos pocos miembros y se situó en una pequeña capilla de la
calle Rue d’ Enfer, recibió la aprobación del Arzobispo de Paris,
Marie Dominique Sibour – y posteriormente la bendición y
aprobación definitiva del Papa Pio IX en 1863.
Uno de los días más felices en la vida del P. Eymard, fue el día
de la fiesta de la Epifanía del año 1857, cuando la Congregación
fue oficialmente inaugurada con la exposición solemne del
Santísimo Sacramento. Durante los siguientes doce años
tuvieron lugar cuatro fundaciones más, tres en Francia y una
en Bélgica. Antes de su muerte, a la temprana edad de 57 años,
el p. Eymard logró llenar sus días con una intensa actividad
ministerial: administrando los sacramentos, instruyendo con
las catequesis, predicando, escribiendo, realizando la dirección
espiritual, etc. En todo esto nos reveló su pasión por la
Eucaristía; su ferviente deseo de ver la Eucaristía trasformando
la vida cristiana e influyendo en la su ferviente deseo de ver la Eucaristía trasformando la vida cristiana e influyendo en la sociedad.
A continuación, compartiré otros hechos acerca de la vida de
San Pedro Julián Eymard y sus enseñanzas sobre el sacramento
de la Eucaristía - ambos revelan su profunda comprensión del
lugar que tiene la Eucaristía en la auténtica vida Cristiana y su
amor personal a Jesús Sacramentado. Mi deseo es que continúen profundizando en la comprensión de la Eucaristía y permitan
que su grandeza, y sus “riquezas” penetren más profundamente